Intangibilidad de las almas

Reducir la tangibilidad del firmamento a una cosmogonía terrenal compete sobre todo a los chamanes, pero no así a la proyección de sus impulsos biológicos y al impacto de su teko: de su forma de representarse. A medida que avanza el desarrollo de las ciudades o las invasiones de sus tierras, su situación va decayendo, sea lógico o intuitivo va disminuyendo, ya no queda selva, ya no queda tierra con su inmensa sabiduría y riqueza, con el pasar del tiempo quedaran su sabiduría adquirida en un mero mito impreso a ser recordado en los libros en las bibliotecas como un relato indígena reducido a leyendas locales. Aunque esta situación varíe de región a región la degradación de su estilo de vida va en descenso.

Todo ser humano deja sus signos y sus huellas, el cuerpo no miente, tiene un lenguaje y su memoria desglosa todos los comportamientos sean tangibles o no, el cuerpo es naturaleza y también parte de su tierra.

En los signos que representa el cuerpo esta contenido sus comportamientos cotidianos habituales de su quehacer diario, un cuerpo que se mueve distinto a todos nosotros, una visión representada por el cuerpo refleja su naturaleza, la naturaleza.

Cada cuerpo cumple y modifica miles de acciones y actividades, transmitiendo signos, ideas, diálogos textuales o corporales, adquiere una posición que pertenece a su raíz de expresión:

Están las posiciones corporales básicas que usamos y pertenecen a una forma de memorización a culturada, perteneciente a una comunidad, una familia, a una zona: sea ciudad, monte, selva, rio o cerro.

También están las posiciones corporales pertenecientes a la propia identidad biológica, llamémosle “situación de acción” en ese cuerpo se va manifestando las formas de compensaciones, memorizaciones y tonificaciones musculares que defienden al cuerpo en su estado de organicidad.

El cuerpo; un motor cultural, intermediario entre el cielo y la tierra, un traductor de imágenes y cantos, por sus medios vemos y aprendemos a reconocer nuestra naturaleza, a definirnos como habitantes de ese medio. Una relación directa con la tierra y no la imposición de ideas asumidas solo por los libros, dichos y necesidades impuestas en función de la economía de la zona.

La importancia de mantener estos comportamientos cotidianos en relación con su etnos es tan necesario para preservar la vida orgánica de la comunidad, sus ritmos, sus ritos, sus pausas, silencios, ese lenguaje intangible que aun prevalece en el aire y en su vivencia diaria.

Estos comportamientos aparentemente son normales y naturales, pero con el pasar del tiempo van asumiendo otros comportamientos que la situación del avance de la nueva sociedad les obliga. Los primeros comportamiento son naturales les pertenece, pero lo segundo son asumidos a fin de seguir existiendo, pierden su ethos natural de su ambiente y asumen otro que los destruye y los anula, obstruyendo la transmisión directa a sus hijos, la comunidad en el deterioro desapareciendo sus mitos, ritos, costumbres, su mundo cultural ya sin relación con una cosmogonía mágica, sin voz, sin palabras, sin gestos, sin cantos destinados al silencio y la tristeza.

Wal Mayans

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