Radicalmente renovador, Grotowski rechazó la primacía del texto como base del arte teatral, así como los elementos escénicos tradicionales (iluminación, escenografía o vestuario, prácticamente ausentes en sus montajes, por considerar que desvían la atención de lo esencial).
Su dramaturgia priorizó el trabajo de los actores, a los que exigía un extraordinario esfuerzo físico y psicológico y la interacción con el espectador para conseguir su implicación y participación en la obra.
Su método quería volver a un teatro más austero, vuelta al llamado teatro pobre.
La importancia de esta relación actor-espectador en el teatro pobre le permite crear nuevos espacios escénicos que permitan una interacción y proximidad entre ambos.
Grotowski pretende recuperar el ser oculto que subyace en la herencia cultural para encontrar nuevas formas de lo ritual. Considera necesario encontrar la psique profunda del espectador y que descargue así su subconsciente de las emociones acumuladas durante el espectáculo.