Sobre los maestros y la enseñanza

Todos entramos dentro de esta carrera, como dice Brecht: cuando tengas una dificultad no la abandones, ahí Tenes la solución, sobre todo estará atrás tuyo, no adelante.

Aquí estoy enseñando, digamos, como descubrir los movimientos que no existen en ninguna cultura y en cómo defender los errores. Porque el error nace de un momento único. Un montón de errores son una escuela maravillosa. ¿Qué es lo perfecto o lo imperfecto?

Hay que romper toda esa función estética que tiene que ver con una estructura, con una cultura mental. Entonces diferencias lo que a vos te gusta de lo que es en realidad. Yo prohíbo que hagan algo que guste a mí, porque eso es mi vida, mi estética. Todas esas cosas que a vos te gustan son una mal gaste en realidad. Yo estoy en busca siempre de algo que no me gusta, pero que me impacte. Hay que buscar las cosas que a uno le impacten. Esa es tu verdadera identidad. De las cosas que te gustan siempre hay que dudar. En cambio, cuando algo te impacta te quedas sin palabras, decís ¿por qué me gusta? o ¿por qué me molesta? Ahí vas descubriendo cosas interesantes.

El primer trabajo que se hace con este tipo de disciplina es, corporalmente, limpiar la aculturación, hacer como una regresión de limpieza. A nosotros nos hacían hacer esto todos los días, para poder encontrar algo nuevo, porque si no siempre les dábamos lo nos aculturaba, creyendo que eso era la creación nuestra, y en realidad son solo recuerdos, que inclusive te cedieron tus padres y hay que ir más y más lejos todavía. Hay mucha gente que con drogas realiza esto. Nosotros con trabajo corporal, como mantras, con repetición de movimientos por horas hasta que te vas limpiando. 

Empezar a ver visiones. Había momentos en que veía a mi mamá que me pegaba cuando era chico, y enloquecía, corría, me cagaba todo. Que puta, yo casi enloquecí chera-a, esto es un delirio, que puta están todos locos decía yo. Porque vos memorizas cada día de acuerdo a un grado de energía, y al regresar a ese grado de energía volvéis a ver todo como una película exacta.

En el trabajo trato de entender a la persona y guiarle para busque su camino. Que dentro de una disciplina sean buenos, sea fuertes.

Te sientas a esperar, el vigilante, a pescar el momento. Podes estar horas, días, semanas y no sale nada, y en un momento, pashte, ahí tienes que atacar, y ahí le agarras y ahí le haces cruzar mundos y para eso tienes que tener una visión, tenéis que estar muchas horas mirando cuerpo por cuerpo y detectar, ese es tu cuerpo, el cuerpo de tu viejo, el cuerpo de la sociedad, es lo que el ser te representa para que vos no lo descubras. ¿Cómo haces para abrir todo y encontrar tu medula? 

Sacando todo lo que estaba agarrado. Ese es mi trabajo. Estar en sala y ver cómo la gente trabaja mientras va buscando, va resistiendo, descubriendo cuál es su verdadero movimiento. 

Por eso llamo a la técnica que yo hago, Códigos Primigenios del Teatro Antropológico.

Yo memorizaba la energía de los movimientos y las confundía.

Tratas de traspasar la historia de un movimiento, una belleza, en otro que no tiene nada que ver, entonces la gente se confunde, al cambiarlo entran en catarsis porque se les descompagina la película, porque están en blanco, están confundidos y al confundirse le podés transmitir otra cosa.

Para mí es muy importante esa confusión, porque lo que quiero es que la gente vuelva a sentirse ser humano. Quiero que sientan que pueden regresar a sus raíces. Genial que piensen intelectualmente, pero con su propia fuerza, no con una aculturación intelectual donde “yo pienso así porque leí tantos libros”, pero ¿qué pienso yo muy en el fondo? Siempre me planteé eso. No hay una educación para saber, qué pienso, que siento. La parte intelectual cambia, cambia el estilo, la dirección. En cambio, cuando trabajas dentro de lo que es tu propia fuerza, no hay tiempo ni espacio, sos contemporáneo toda tu vida. Porque son raíces y las raíces son imposible de vencer, las raíces son eternas.

Una vez que encontrás tu fuerza pura, entonces no tenés miedo de enfrentarte al mundo. Antes cualquier tipo de influencia podés decir: esto es hermoso, pero yo no soy. Aceptar las otras influencias, pero seguir la propia. No consumir cualquier cosa. La idea es que no muera la gente. Para mi cuando son demasiado aculturado están muertos, no son soldaditos de un sistema. A veces yo miro por la calle y digo: ¿que son estos seres? Yo creo que cada ser tendría que tener una función, nuestro existir mismo. Entonces a veces yo digo ¿en dónde estoy? ¿de qué tiene miedo la gente? Hay miles de grupos, miles de personas. ¿Adónde va a parar su energía y su fuerza? Lo que pasa es que los viejos se encargan de liquidarles a todos estos pendejos. “O haces así o no lo haces”.

Aquí en Asunción me endurecí. Tenía que defender una línea. Con todas las cosas que ya hiciste, igual tenés que imponer y eso cansa. Cansa mucho y te debilita bastante. Lo que aquí hacen es siempre rebajarte al último para después decir: ¿qué te pasa? ¿necesitas ayuda? Y vos decís “no sé qué hacer” “espera te voy a ayudar”. Ellos se comunican en relación a lo que podrían darte. Cuando ellos no pueden darte nada no se acercan.

Creo este es un pueblo que no se siente necesario ni hacia sí mismo ni hacia nadie. Solo cuando surge una dificultad cada uno sabe en qué puede ayudar. Este país es el país de la transformación, no hay nada absoluto. Así como hoy edificaste después de media hora pudo haber desaparecido todo. Y eso es una postura. Es una cultura inmediata, su fuerza es esa, como también su fuerza de transformación e improvisación.

Sobrevivir con nada. 

Wal Mayans

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