Fue impresionante, el querer estar en una situación de menores, me afecto mucho y mucho aprendí a convivir y entender cuando me toco pasarle un encuentro corporal.
Ellos tenían lo suyo y yo llevaba lo mío y así logramos intercambiar clara y duramente. Yo los acompañe en silencio y con paciencia lograron convivir conmigo en Acción, la Acrobacia, la Expresión Corporal, el teatro, el llanto, el manejo del texto con su tristeza y así ellos fueron acompañándome y yo los acompañaba.
No voy a hablar ni decir cosas que la Policía me negaba a la entrada, había algunos de ellos muy negativo y otros muy positivo. Pero varios Policías de la zona también se dedicaron a hablar e intercambiar conmigo. Preferí quedarme en silencio y así lo hice justo lo que era necesario y no hablar de más con los pequeños encarcelados, que me toco saber sus historias que no debía saber ni conocer a ellos.
Todo era una nueva experiencia y no tenían familias, tenia yo que esperar y ver los abusos sobre ellos, no hay otra experiencia, solo esperar y sufrir lo recibido sin conocer de más, solo el vivirlo con un buen sol y un viento amigo, un viento muy fresco.
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